PIROPOS COMO DELITOS: ¿por qué se enseña a las niñas a tener miedo a los niños en el colegio?

 

Imagen. Niño sosteniendo un cartel que dice "Macho, ten cuidado".

 

[Nota del editor: la versión en inglés de este artículo se puede encontrar aquí.]

“Machete al machote.” Esto no es un eslogan callejero ni el coro de una canción punk, sino el mensaje clave de dos vídeos grabados con niños de primaria de 10 a 12 años en una escuela pública en la ciudad española de Urduliz. El título, Machote ten Cuidado, sirve como advertencia de las niñas a los niños. ¿Pero qué efectos psicológicos podría tener esto en ellos? ¿Y en las relaciones entre niños y niñas?

En la serie británica Adolescence, el guion convierte a los personajes jóvenes en portavoces de un discurso político, presentando la masculinidad como un problema estructural. Muchos críticos la han desestimado como propaganda disfrazada de drama. La diferencia es que, mientras Adolescence es ficción, lo ocurrido en Urduliz fue real: niños reales, en un aula real, participando en una representación escenificada que trasladaba esa misma visión ideológica a su vida cotidiana. La cuestión, entonces, no es simplemente si se trató de un caso aislado, sino si las escuelas públicas están convirtiéndose en laboratorios sociales para experimentos que se asemejan al guion de una serie de televisión.

«La coreografía consistía en una danza en la que tres chicos permanecían en el centro, rodeados por un grupo de chicas que se movían lentamente en círculo a su alrededor. […] acercándose a los chicos y señalándolos repetidamente».


«Machote, ten cuidado»
Ambos vídeos fueron subidos al canal de YouTube del colegio en 2016, mostrando de manera clara —y orgullosa— las caras de los niños.
La coreografía consistía en una danza en la que tres chicos permanecían en el centro, rodeados por un grupo de chicas que se movían lentamente en círculo a su alrededor. A medida que avanzaba la canción, las chicas se iban acercando, rodeando a los chicos y señalándolos repetidamente.
Al principio, los vídeos pasaron casi desapercibidos. Algunos usuarios en X —entonces Twitter— los mencionaron brevemente, pero la mayoría los desestimó como falsos o exagerados. «Eso no puede ser verdad» fue la reacción más común.

Imagen 1: Captura de pantalla de un niño sosteniendo un cartel que dice «Macho, ten cuidado», de un vídeo subido por el colegio.

Tras documentar y descargar ambos vídeos, me puse en contacto con la dirección del colegio y con la Asociación de Madres y Padres (AMPA). No recibí respuesta, pero pocas horas después, todos los vídeos habían desaparecido de internet, como si nunca hubiesen existido. Esa reacción suscitaba varias preguntas: ¿estaban informados los padres? ¿Sabía la directora lo que estaba ocurriendo? ¿Lo organizaron las profesoras, la trabajadora social del colegio o alguien más?


«estas iniciativas existen porque la legislación proporciona el marco legal y financiero para sostenerlas; sin eso, nunca habrían llegado a las escuelas públicas».

Siguiendo el dinero
El colegio Elortza de Urduliz (España) ha recibido varios premios por su modelo de enseñanza innovador. El centro se describe a sí mismo como “plural, inclusivo y coeducativo”, entendiendo aquí la coeducación como un enfoque basado en principios feministas que buscan deconstruir el patriarcado.
Los vídeos fueron grabados en este entorno escolar en 2016 como parte de un concurso vinculado a la campaña Beldur Barik (“Sin miedo”). Niños de distintos colegios realizaban proyectos para mostrar su compromiso con el fin de la “violencia contra las mujeres”.

Promovida por Emakunde —el Instituto Vasco de la Mujer— y financiada con más de 80.000 € del Gobierno Vasco (datos obtenidos por el comunicador y analista @JoseCB_Oficial), la iniciativa pretende animar a los jóvenes a adoptar actitudes que prevengan la violencia contra las mujeres.
Pero la campaña Beldur Barik va mucho más allá del País Vasco: tiene alcance internacional. De hecho, aparece en la página web de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, descrita como un “programa integral con actividades destinadas a implicar a los jóvenes en la lucha contra la violencia de género”, lo que sugiere que también podría recibir financiación de la UE.

La ley “establece penas más duras para los hombres por faltas leves de abuso en la pareja —únicamente por el hecho de ser hombres—, justificadas por la asunción de un sistema patriarcal que privilegia a los hombres”.

La ejecución directa de la campaña estuvo a cargo de la asociación Parean Elkartea, que se describe a sí misma como “profundamente comprometida con el movimiento feminista”. La asociación ha gestionado no solo esta campaña, sino al menos otros 36 proyectos, recibiendo cientos de miles de euros en financiación pública.

Imagen 2: Sección de proyectos de la página web de la asociación Parean Elkartea.

En última instancia, estas iniciativas existen porque la legislación proporciona el marco legal y financiero para sostenerlas; sin él, nunca habrían llegado a las escuelas públicas. Por ello, merece la pena examinar más de cerca ese marco.

 

Marco legal

El concurso y los vídeos de los niños se enmarcan dentro de la “prevención educativa” definida en la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en España.

Conocida como la LIVG o ley viogen, se basa en la teoría jurídica feminista y establece penas más duras para los hombres por faltas leves de abuso en la pareja —únicamente por el hecho de ser hombres—, justificadas por la asunción de un sistema patriarcal que privilegia a los hombres y perjudica a las mujeres.

Jueces, abogados y profesionales de muchos ámbitos han denunciado la ineficacia de la ley, el daño que causa a las familias y parejas, y su menoscabo de la presunción de inocencia de los hombres, ya que sus delitos se agravan automáticamente sin necesidad de pruebas. Un dato interesante es que, desde 2023, si un hombre cambia legalmente de sexo, la LIVG deja de aplicarse.


Contexto
La melodía de Matxote, kontuz ibili (“Macho, ten cuidado”) resultaba inmediatamente reconocible porque se basaba en uno de los grandes éxitos del verano de 2016, Duele el corazón de Enrique Iglesias. La letra fue reescrita e interpretada por Arkotxa Gazte Konpartsa, un colectivo juvenil que se describe como “un grupo de jóvenes independentistas, socialistas y feministas de Santurtzi”.

Imagen 3: Perfil de Instagram de Arkotxa Gazte Konpartsa, grupo juvenil responsable de editar la canción y que se describe como independentista, socialista y feminista.

La canción se tocó en fiestas locales y conciertos de adultos. Los medios la celebraron como un ritmo que “mueve caderas y conciencias”.

 «Bailamos Matxote kontuz ibili, que denuncia la agresión sexista y llama a la autodefensa feminista. La autodefensa feminista va más allá de técnicas físicas o psicológicas (la llamada defensa personal); es una herramienta política».

El eslogan «machete al machote» se presentó como un «llamamiento a la autodefensa» y fue elogiado por transformar las letras de la versión original, que supuestamente denigraban a las mujeres, en letras feministas que «empoderaban a las mujeres». El documento Pensando Juntas Alternativas Feministas describió la actuación del siguiente modo: «Bailamos Matxote kontuz ibili, que denuncia la agresión sexista y llama a la autodefensa feminista. La autodefensa feminista va más allá de técnicas físicas o psicológicas (la llamada defensa personal); es una herramienta política que aborda la violencia en su raíz”». Incluso fue calificada como «la canción feminista del año».

Todo ello apunta a una fuerte reacción política y social de satisfacción —e incluso orgullo— por haber convertido con éxito un éxito de reguetón en un himno feminista que más tarde se utilizó con niños.

Letra de la canción:

Imagen 4: Letra traducida.

Análisis de la letra

·       Inicio y cumplidos: ambiente festivo, alegría de bailar, al mismo tiempo que se subraya que las chicas no necesitan cumplidos de los chicos.

·       Comienza el conflicto: una vez que se cruza la línea —hacer un cumplido a una chica— el chico no se enfrenta solo a ella, sino a todas: “te enfrentarás a nosotras”. El conflicto se colectiviza.

·       Estribillo y confrontación: el chico es retratado como un machote y aparecen imágenes más agresivas, como “mostrar los dientes”. Luego: “mujeres unidas, nadie puede pararnos”, un llamamiento a la sororidad feminista, la idea de mujeres unidas contra un enemigo común: un tribalismo de “Nosotras contra Ellos”.

·       Crítica a actitudes controladoras: se denuncia el comportamiento controlador de los hombres que dicen a las mujeres “tú no decides con quién hablo”.

·       Clímax violento: “Machete al machote” cierra la canción como eslogan final, glorificando la violencia contra los machotes —no como categoría abstracta, sino como chicos y hombres que encarnan la llamada masculinidad tóxica, o que cometen “violencia de género”, lo cual podría ser algo tan menor como hacer un cumplido a una chica.

En España, el gobierno afirma que la “violencia de género” afecta a una de cada dos mujeres, una definición que puede abarcar desde “miradas lascivas que la hicieron sentirse intimidada” o “bromas sexuales”, hasta “correos electrónicos, mensajes de WhatsApp o de texto de contenido sexual inapropiado que la hicieron sentirse ofendida, humillada o intimidada”, e incluso la violación.

Todos podemos estar de acuerdo en que las mujeres y las niñas deben ser protegidas del daño, pero es más difícil protegerlas del sentimiento subjetivo de resultar dañadas, ofendidas, humilladas o intimidadas. Sabemos que cada persona tiene umbrales distintos para sentirse ofendida, que además pueden variar según su estado de ánimo o experiencias recientes, lo que significa que lo considerado aceptable en una situación puede ser extremadamente molesto en otra. Esta ambivalencia se extiende también a los cumplidos. Cuando incluso un gesto simple de aprecio puede reinterpretarse como agresión, las consecuencias para el desarrollo y las relaciones de los niños merecen una reflexión cuidadosa.


Posibles efectos psicológicos
Una investigación publicada en 2023 por el Dr. John Barry, basada en una muestra de 4.000 hombres en Alemania y el Reino Unido, encontró que asociar la masculinidad con comportamientos negativos se correlacionaba de manera significativa con peores resultados en la salud mental. Estos hallazgos sugieren que la patologización sistemática de los rasgos masculinos puede ser perjudicial para el bienestar psicológico de los hombres. Extrapolando esta evidencia en adultos, se puede plantear la hipótesis de que dinámicas similares podrían manifestarse en los niños, especialmente dado que están en pleno proceso de formación de identidad y son particularmente susceptibles tanto a la influencia de sus iguales como a las presiones del entorno más amplio.

Efectos en los chicos:

·        Deterioro de la autoestima: asociar la masculinidad con la agresión o la dominación puede llevar a los chicos a interiorizar una autoimagen negativa.

·        Inseguridad en las relaciones con el sexo opuesto: criminalizar gestos como dar un cumplido genera incertidumbre y presión, dificulta la espontaneidad en las relaciones con las chicas e incluso puede llevar a los chicos a abandonar dichas relaciones —fomentando tanto el celibato voluntario como el involuntario.

·        Efecto rebote: los pocos chicos que muestran conductas torpes o inapropiadas pueden sentirse excluidos, lo que puede generar frustración y resentimiento.

·        Relaciones afectivas más difíciles: los factores anteriores pueden contribuir a un descenso en la formación de parejas y, a largo plazo, convertirse en un factor en la caída de la natalidad.

·        Confusión de identidad: criminalizar o devaluar lo masculino puede alentar una reacción defensiva de adopción de roles alternativos. Por ejemplo, podría llevar a un chico a identificarse con la transexualidad, una identidad protegida que se celebra y se considera digna de admiración.

·        Refuerzo del sesgo gamma: consolida una visión distorsionada de los sexos, donde el varón aparece como agresor perpetuo y la mujer como víctima perpetua.

Efectos en las chicas:

·        Dificultades para relacionarse con el sexo opuesto: posibles obstáculos para establecer relaciones afectivas e interpersonales saludables.

·        Fomento del victimismo: los cumplidos pueden reinterpretarse como ataques bajo un prisma político o ideológico, reforzando un sentimiento de agravio.

·        Refuerzo de actitudes individualistas y narcisistas: con énfasis en la interpretación subjetiva de las situaciones sociales y la experiencia personal, lo que a su vez puede dificultar el desarrollo de la empatía hacia los demás.

·        Incomprensión y actitudes negativas hacia la masculinidad: incluyendo la estigmatización o censura de los chicos y de los rasgos masculinos.

·        Promoción del tribalismo y la colectivización de los problemas: las dificultades pueden externalizarse y abordarse no de forma individual, sino recurriendo a la identidad colectiva de las chicas o mujeres, bajo el marco de la sororidad.

·        Refuerzo de la estigmatización social y la ostentación moral (virtue signalling): fomentando potencialmente una cultura de cancelación y de exhibicionismo moral.

·        Refuerzo del sesgo gamma: consolidación de la visión dicotómica en la que los hombres se construyen como agresores y las mujeres como víctimas.

Estas intervenciones “son acciones planificadas enmarcadas en la Ley Orgánica 1/2004 de Violencia de Género en España. Ejemplos de aplicación incluyen: prohibir el fútbol en los colegios por considerarlo ‘patriarcal’, castigar a los chicos negándoles el recreo en el Día Internacional de la Mujer, [y] rechazar la celebración del Día del Padre”

¿Cuál es el vínculo entre los cumplidos, los machetes, los machotes y la violencia de género?


Según la teoría feminista, lo personal es político. Todo es político. Las relaciones de niños y adolescentes son simplemente otro campo de batalla en la lucha de poder entre Hombres y Mujeres. Los cumplidos, lejos de ser gestos que elevan la autoestima, se presentan como formas de control mediante las cuales los hombres ocupan el espacio público y privado con sus voces e intenciones, limitando la libertad de las mujeres.

Estas intervenciones educativas tienen orígenes y fines políticos. No se basan en la ciencia, carecen de objetivos medibles y rara vez analizan su eficacia o las consecuencias no deseadas. En la práctica, funcionan como experimentos sociales realizados sobre menores incapaces de consentir, a menudo sin informar a los padres.

Estas no son decisiones impulsivas de profesores individuales. Más bien, son acciones planificadas enmarcadas en la Ley Orgánica 1/2004 de Violencia de Género en España. Ejemplos de aplicación incluyen:

·        prohibir el fútbol en los colegios por considerarlo “patriarcal”,

·        castigar a los chicos negándoles el recreo en el Día Internacional de la Mujer,

·        rechazar la celebración del Día del Padre.

Estas medidas pueden parecer incoherentes, pero son coherentes con la teoría feminista del derecho que sustenta la ley: los chicos y los hombres deben perder espacios de poder (como los patios de recreo), mientras que las chicas y las mujeres los ganan, con organizaciones feministas canalizando la financiación para implementar el cambio.

En esencia, la Ley 1/2004 y las intervenciones que posibilita tienen como objetivo combatir el “patriarcado”. En la Escuela Judicial de España se imparten cursos que enseñan explícitamente teoría feminista, presentando la violencia contra las mujeres como una expresión de la desigualdad estructural. Esa misma “violencia patriarcal” es precisamente lo que Machete al machote y su letra fueron diseñados para combatir.

Tales medidas pueden parecer incoherentes, pero son coherentes con la teoría jurídica feminista que sustenta la ley: los chicos y los hombres deben perder espacios de poder (como los patios de recreo), mientras que las chicas y las mujeres los ganan, con organizaciones feministas canalizando la financiación para implementar el cambio.

En su esencia, la Ley 1/2004 y las intervenciones que posibilita tratan de combatir el “patriarcado”. En la Escuela Judicial de España se imparten cursos que enseñan explícitamente teoría feminista, presentando la violencia contra las mujeres como una expresión de la desigualdad estructural. Esa misma “violencia patriarcal” es precisamente lo que Machete al machote y su letra fueron diseñados para combatir.

Y, sin embargo, las investigaciones sobre adolescentes españoles en colegios y universidades confirman una tendencia global: a edades tempranas, los chicos declaran sufrir más violencia en las citas que las chicas —siendo ellas más a menudo las perpetradoras.

 

En conjunto, estas dinámicas ponen de relieve una paradoja llamativa: mientras que el objetivo declarado de tales intervenciones es reducir la violencia y la desigualdad, la evidencia sugiere que, en la práctica, pueden generar nuevas formas de división y daño, especialmente entre los mismos niños a los que se suponía que debían ayudar.

En última instancia, en lugar de tratar los cumplidos como ofensas, las escuelas podrían animar a los adolescentes a reflexionar sobre ellos: que los chicos aprendan a valorarse más y, como resultado, a hacer cumplidos de manera selectiva y con sentido, en lugar de indiscriminadamente; y que las chicas exploren la reciprocidad —ya sea reconociendo, devolviendo o incluso iniciando cumplidos. Tales reflexiones fomentarían el respeto, la confianza y unas relaciones saludables entre chicos y chicas, en lugar de hostilidad y sospecha.

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Matías Rodríguez

Matías is an independent researcher from Toledo, Spain, with an academic background in Sport Sciences. His work focuses on violations of the right to the presumption of innocence, and men’s rights, duties, interests and well-being, especially in relation to the family. His aim is to foster awareness, dialogue, and fairer treatment of men by analysing and sharing information.

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